Localizamos este entorno en pleno corazón de la Sierra de Cazorla.
La ruta, de ida y vuelta, puede completarse en aproximadamente 30 minutos, siendo muy sencilla por lo que es ideal para hacerla con niños siempre y cuando tengamos cuidado en la zona del mirador.
Recomendamos aprovechar la época estival para realizarla ya que consta de diferentes pozas en las que podremos disfrutar de un buen chapuzón.
Como siempre, en nuestro mapa podréis encontrar todos los puntos citados en esta entrada.
Comienzo de la ruta. Área Recreativa de Linarejos
El Área Recreativa de Linarejos es una de las más accesibles y populares de la Sierra de Cazorla. Dispone de una amplia zona de aparcamiento, merenderos, una fuente y un kiosco-bar que abre solo en verano. Además, cuenta con una piscina-presa bastante concurrida en los meses de calor.
Está atravesada por el Arroyo de Linarejos y cuenta con un frondoso bosque que rodea la zona. La presencia del agua y vegetación hace que en muchas ocasiones jabalíes, muflones y gamos visiten la zona cuando hay poca actividad humana.
Accedimos a ella desde Cazorla, llegando hasta el cruce conocido como el Empalme del Valle. Seguidamente tomamos la carretera JF-7092. Tras pasar un puente sobre el río Guadalquivir continuamos por la pista JF-7091 hasta el enlace al Camino de la Huelga, desembocando en nuestro objetivo. Os dejamos la geolocalización en el mapa por si necesitáis tirar de GPS.
Una vez situados en el parking, tomamos el camino que salía a la izquierda y que se encontraba flanqueado por un pórtico protegido por una cadena para que no pasasen los vehículos (no os confundáis con otro camino que hay un poco más arriba). Muy pronto llegamos a una explanada de chopos donde estaban repoblando la zona con pequeños árboles protegidos de los animales por vallas.
El camino era muy sencillo, con muy poco desnivel y siguiendo el cauce del río, quedando este siempre a la izquierda en la ida y a la derecha en la vuelta. Además el sendero cuenta con marcas en las piedras que van marcando el camino. Destacar que no encontramos a nadie en toda la ruta en la ida y solo un par de senderistas a la vuelta, algo raro en pleno julio.
Cascadas y pozas de ensueño
El sonido del agua era cada vez más intenso y llegamos a nuestra primera parada. El sitio era simplemente espectacular. El arroyo, en uno de sus saltos, generaba una pequeña cascada que llenaba de agua cristalina una poza poco profunda, lo suficiente para darse un refrescante baño.
Había bastantes troncos de enormes árboles caídos, algunos de ellos cruzando de lado a lado el arroyo, lo cual dotaba al entorno de un aspecto salvaje y digno de una escena de El Libro de la Selva. Aprovechamos para refrescarnos y comer algo, disfrutando de la tranquilidad y la belleza del enclave.
Tras una larga estancia, retomamos la marcha avanzando de nuevo por el sendero. Encontramos a la izquierda una segunda poza más profunda y donde el agua bajaba con más intensidad. Hicimos una segunda parada pero en esta ocasión no nos bañamos ya que estaba en zona sombría en ese momento y el agua estaba bastante fría.
A medida que íbamos avanzando el camino empezaba a coger una ligera pendiente y cada vez nos alejábamos más del arroyo. A la izquierda, en una zona bastante más baja, vimos desde lejos una cascada donde parecía que terminaba el arroyo y que prometía bastante. Para acceder a ella había que cruzar el agua y salvar el desnivel y desde ese punto era prácticamente imposible, por lo que decidimos continuar.
Mirador de Linarejos
Una vez pasada la zona de pozas dejamos definitivamente atrás el arroyo para continuar por el sendero hasta llegar al mirador natural que corona esta ruta, un arco rocoso espectacular, rodeado de buitreras y desde donde tuvimos unas vistas inmejorables de la zona.
Desde aquí pudimos observar la Cascada de Linarejos, el Lanchón Redondo, los senderistas que estaban haciendo el sendero de la Cerrada del Utrero y el río Guadalquivir. Pero sin duda, lo que nos dejó sin aliento, fue el majestuoso vuelo de los buitres que rondaban las paredes verticales del cañón.
Vuelta y búsqueda de la cascada
Llegaba el momento de volver por donde habíamos llegado. Al volver a divisar a lo lejos la cascada donde finalizaba el arroyo decidimos investigar como llegar hasta ella. Finalmente, desde la primera poza, donde el nivel del agua era muy bajo en algunas zonas, pudimos vadear el río, ascender una pequeña loma y volver a descender por ella un poco más adelante, llegando a nuestro objetivo.
Ahí la teníamos, impresionante. En un salto de agua, el arroyo formaba una cascada que desembocaba en una última poza antes de desaparecer para, más tarde, formar la Cascada de Linarejos.
La poza tenía un color turquesa impresionante debido a la poca profundidad y la piedra caliza de la misma. En el interior de la cascada se formaba una covacha de gran belleza, a la cual pudimos acceder por los laterales (imaginamos que dependiendo de la época del año y el caudal del arroyo se podrá hacer o no).
Tras un rato de descanso, baño, fotos, y con la satisfacción de haber conseguido llegar hasta ella, retomamos la vuelta hasta el aparcamiento, completando una ruta que nos dejó un gran sabor de boca.
Recomendaciones y consideraciones finales
Es importante no confundirse en el inicio de la ruta ya que justo un poco más arriba había otro sendero. La pista del pórtico con la cadena fue fundamental.
Nuestra principal referencia fue el arroyo, el cual lo llevamos siempre a nuestra izquierda en la ida y a la derecha en la vuelta.
La ruta es muy sencilla y por tanto apta para hacerla acompañados de niños. Si es el caso recomendamos extremar la precaución en la zona del mirador, evitando que se aproximen a los límites del mismo.
Cuida el entorno, cuida nuestro futuro.