Tras finalizar nuestra visita a la joya jiennense del Renacimiento, la cual podéis ver aquí, nos trasladamos a otro de los puntos claves en el patrimonio histórico de la ciudad. ¡Bienvenidos a los Baños Árabes!.
Introducción
Los Baños Árabes están ubicados en los sótanos del Palacio de Villardompardo (os dejamos su localización en el mapa de las tres visitas recomendadas para un día en Jaén que ya os comentamos en la entrada de la Catedral de la Asunción).
Nos encontramos ante los Baños Árabes más grandes de cuantos se pueden visitar en España y los mejores conservados de Europa. Los 450 metros cuadrados de sus salas cuentan con la medalla Europa Nostra de mejor conservación, la cual fue llevada a cabo por Luís Berges Roldán en 1984.
El recorrido de sus salas hacen que nos podamos sumergir en la cultura árabe jiennense desde el punto de vista higiénico, social y económico. Estos baños no fueron solamente utilizados por los árabes, sino que también fueron utilizados por los judíos en la armonía de convivencia del Jaén de las tres culturas. A posteriori incluso fue utilizado por los cristianos.
La entrada a los mismos es gratuita y, aunque recomendamos consultarlo antes de ir, su horario normal de visita es de martes a sábado y festivos de 9:00h a 21:00h, permaneciendo cerrado los lunes.
Un poco de historia
La construcción de los Baños Árabes se realiza en el siglo XI, aunque a juzgar por los restos de decoración almohade que se conservan en alguna de sus salas, debieron de ser restaurados hacia finales del siglo XII.
Tras la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo en 1246, su uso fue continuado durante los primeros años de dominio cristiano. Sería entre los siglos XIV y XV cuando los cristianos dejan de usar este recinto como baño y pasan a utilizar sus salas como tenerías (tanto en la Sala Templada como en la Sala Caliente podemos encontrar restos de esta práctica).
A finales del siglo XVI, Fernando de Torres y Portugal, Conde de Villardompardo, edifica su palacio sobre los baños, quedando ocultos entre los cimientos y sótanos durante los siglos XVII y XIX.
A principios del siglo XX, el palacio pasa a manos de la Diputación Provincial de Jaén, la cual entre 1901 y 1903 realiza varios trabajos para la construcción de una capilla para el Hospicio de Mujeres, afectando estas obras a los restos que aún quedaban de los baños.
En el año 1913, con motivo de la realización del Catálogo Monumental de Jaén, se realizan varias investigaciones en el Palacio de Villardompardo, siendo descubierta una pequeña parte de los Baños Árabes por parte de Enrique Romero de Torres.
Cuatro años más tarde se realiza un estudio arqueológico sobre los baños y tras varios años de gestiones en 1931 los restos fueron declarados como Monumento Nacional.
En 1936 comienzan las obras de restauración bajo la dirección de Leopoldo Torres Balbás y el arquitecto jiennense Luís Berges Martínez, las cuales fueron interrumpidas por el comienzo de la Guerra Civil.
En 1970 se retoman los trabajos por Luís Berges Roldán (hijo del arquitecto anterior) y finalmente en 1984, la Asociación Europa Nostra otorgó la Medalla de Honor de ese año a la restauración de los mismos.
El Hammam jiennense
El baño árabe o hammam es una forma de tomar un baño de vapor, que incluye la limpieza del cuerpo y la relajación muscular. De igual manera se denominan los edificios en los que se realiza esta actividad y cuya estructura responde a las distintas estancias que precisa el proceso del baño.
El hammam jiennense, en la época musulmana, se encontraba situado en el epicentro de las zonas palaciegas musulmanas y medievales, siendo el perfil de sus visitantes gente acomodada y adinerada, aunque teóricamente no estaba vetada la entrada a ningún perfil social, es más, no había distinción ni separación según el poder adquisitivo del visitante. Por otro lado, si se aplicaba una diferenciación en la entrada por sexos, es decir, los hombres pasaban por un lugar y las mujeres por otro. En el caso de los niños, los menores de siete años podían entrar acompañados de alguno de los padres, pero tras cumplir esa edad, los chicos solo podían entrar acompañados del padre y las chicas de la madre. Es importante destacar también que aunque estamos hablando de un recinto árabe, en el que tanto los clientes como el personal de servicio eran pertenecientes a esta cultura, se dejaban unos días para que la población judía pudiesen realizar el baño y disfrutar de la estancia, reflejando la buena convivencia entre la comunidad árabe y judía de la época.
Algo muy característico en los Baños Árabes jiennenses son sus focos naturales los cuales reciben el nombre de lucernas o lucernarios. Tienen forma de estrella de ocho puntas, la cual es la estrella ligada al ritual musulmán ya que, según Mahoma, el paraíso está rodeado por ocho montañas (como curiosidad citar que este símbolo era utilizado originariamente por los tartessos en alusión a ocho rayos de sol).
La iluminación del hammam era por tanto generada a través de los rayos de sol que entraban por las lucernas, siendo esta modificada mediante unos cristales que transformaban su color original a colores cálidos (naranjas, rojos, amarillos) fomentando el ritmo circadiano de los visitantes. El ritmo circadiano es un proceso que implica tanto a la retina ocular como al propio cerebro, regulando el cansancio y descanso de nuestro cuerpo. En este sentido, a mayor cantidad de luz y color más frío de la misma, más actividad y más energía vamos a generar en nuestro cuerpo. Por el contrario, cuanto menor sea la cantidad de luz recibida y el color de la misma sea más cálido nuestro organismo tendrá mayor sensación de relajación. Evidentemente, con estas lucernas y esta luz cálida el objetivo era favorecer la relajación de los visitantes del recinto.
Sin más, e ilustrados de nuevo por Kevin de Cláritas Turismo, pasamos a ver cada una de las salas que componen los Baños Árabes jiennenses.
El Vestíbulo
Llegamos a la primera de las cuatro salas, el vestíbulo. Es una sala transversal de aproximadamente unos 54 metros cuadrados, la cual dispone de dos alcobas en ambos extremos separadas del resto de la sala por arcos de herradura sobre medias columnas (esquema que se irá repitiendo en todas las demás salas). Está cubierta por una bóveda de medio cañón y cuenta con 18 lucernas estrelladas.
A ambos lados de la entrada encontramos dos táq o tacas que es como en árabe se llama a un nicho, alacena, hueco o ventana en un muro (término que en castellano derivaría a la palabra taquilla). Las tacas, además de ser un elemento arquitectónico decorativo, eran utilizadas para colocar vasijas con agua para beber o para realizar las abluciones antes del rezo. También eran utilizadas para introducir elementos olorosos como incienso o agua perfumada para inundar las salas de una fragancia fresca y agradable.
El objetivo primordial de esta sala era el de “avituallarse”, es decir, la gente de la época venía aquí y cambiaba su vestimenta de calle por una más apropiada para el baño. En el vestíbulo también se realizaba la compra/venta de algunos productos útiles en el recinto tales como piedras jabonosas, cremas, ungüentos, sandalias, toallas…etc. Algo que llama mucho la atención en la sala son las pinturas tan características que podemos observar, las cuales salieron a la luz tras varios trabajos de restauración. Es un tipo de decoración pictórica realizada en pintura roja de almagra la cual permite soportar bien la humedad y evitar que se desprenda de la propia pared. Estas pinturas aparecen en forma de arcos polilobulados enraizados, muy similar a la que podemos encontrar por ejemplo en la Giralda de Sevilla, lo cual nos lleva al siglo XII, época almohade. Aunque actualmente vemos estas pinturas solo en una zona de la sala se intuye que la pintura se distribuía por todas las paredes de la misma así como en las propias cubiertas.
Sala Fría
Una vez preparados, los usuarios de los Baños Árabes pasaban del Vestíbulo a la primera de las salas: la Sala Fría. Aquí los clientes aprovechaban el tiempo para esperar su turno y mientras tanto solían relacionarse comercialmente, intercambiando productos e incluso, en ocasiones, solían cerrar acuerdos matrimoniales entre los hijos de familias nobles.
Esta sala es muy similar a la anterior aunque de menor tamaño (unos 40 metros cuadrados) disponiendo igualmente de una bóveda de medio cañón con 12 lucernas y una alcoba situada en el extremo derecho.
Sala Templada
Esta sala consiste en un gran salón cuadrado de casi 130 metros cuadrados. Su parte central está cubierta por una gran cúpula de casquete semiesférico sobre pechinas que descansa sobre arcos de herradura soportados por ocho columnas. Las cuatro esquinas de este gran salón están cubiertas a su vez por otras cuatro cúpulas menores, quedando los espacios restantes cubiertos por cuatro bóvedas de medio cañón con 3 lucernas cada una de ellas.
Esta gran sala da paso a su vez a una subsala menor (de más de 30 metros cuadrados) dentro de la Sala Templada, la cual preside todo el conjunto y en la que podemos encontrar dos alcobas cubiertas por cúpulas con lucernas.
La Sala Templada tenemos que imaginarla con todo su espacio lleno de camillas, tumbonas y jaimas donde los clientes estarían descansando y atendidos por el personal de servicio. Aquí los clientes recibían diferentes tipos de masaje y tratamientos de belleza, tanto para los hombres como para las mujeres. En definitiva era una sala muy enfocada al culto al cuerpo.
En ella podemos observar diferentes piscinas o estanques. Es importante resaltar que las dos piscinas que encontramos en el lateral izquierdo (protegidas actualmente por una valla) si se usaban para el baño templado musulmán pero no así el estanque que encontramos en la zona central, el cual no es un elemento originariamente árabe sino que fue construido a posteriori. En el siglo XVI, tras La Reconquista y el posterior desuso de los Baños Árabes, los cristianos adoptaron este recinto para usarlo como tenerías, es decir, un espacio para limpiar las pieles, tratar el cuero y tintar los tejidos. Para llevar a cabo esta actividad los cristianos crearon este estanque central para, una vez lleno de agua, poder limpiar las pieles de los diferentes animales.
Existe un mito acerca de esta sala. Cuenta la leyenda que el rey árabe Alí, fundador de estos Baños Árabes, celebró un banquete ante la victoria de su enemigo cordobés. Durante el ambiente de festividad, el rey no cayó en la cuenta de que había tres soldados cordobeses infiltrados en el banquete que venían a rendirle muerte. Uno de los soldados se encargó de tapiar todas las ventanas para evitar que se escapara el vapor, el segundo se ocupó de cerrar todas las puertas para que nadie pudiese escapar y el tercero se encargó de avivar enormemente la caldera. La temperatura era tan elevada que la gente comenzó a morir asfixiada. Algunas de las versiones acerca de este mito dicen que el Rey Alí murió abrazado a una de las columnas de la sala mientras era atravesado por uno de los tres soldados con la espada. La leyenda dice que desde entonces, en torno a las doce del medio día, la presencia del Rey Alí suele manifestarse en esta sala, experimentándose sucesos extraños como por ejemplo la descarga repentina de las baterías de dispositivos electrónicos, bajadas de azúcar sufridas por visitantes, o incluso la percepción calor en alguna de las columnas de la sala, fruto del alma del rey que sigue atrapada aquí.
Sala Caliente
Llegamos a la última sala del hammam, lugar donde se realizaban realmente los rituales de baño. La Sala Caliente tiene unas dimensiones de aproximadamente unos 53 metros cuadrados, está cubierta por una bóveda de medio cañón con 15 lucernas y dispone de dos alcobas en los extremos.
Aquí, a diferencia de las otras, donde originariamente el suelo era de mármol, se buscaba el uso de piedra caliza para mantener la mayor temperatura posible, lo cual da lugar a que esta sala fuese conocida como la Sala de Vapor, interviniendo mucho estos vapores en el ritual del baño.
En esta sala tenemos dos estancias de baño, una en la que tenemos agua fría y otra con agua caliente. El ritual del baño consistía en llevar a cabo inicialmente baños de agua caliente y seguidamente de agua fría, de esa manera se producía un contraste en el cuerpo generando sudoración, favoreciendo la expulsión de toxinas e impurezas. De este modo, mediante este ritual se realizaba una limpieza del cuerpo, del alma y la purificación que se buscaba. Este ritual es lo que a día de hoy ha derivado en los conocidos saunas y baños turcos.
En la parte central de la Sala Caliente encontramos también la zona de la caldera. A día de hoy no podemos verla y solo encontramos el hueco donde estaba ubicada y parte de la plataforma de la misma. La caldera podemos imaginarla como una caldera ovalada de cobre cuya función era tanto calentar el agua como caldear las diferentes estancias del recinto. Para ello se usaba leña para calentar el agua y estiércol seco o composta para mantener la temperatura todo el día. Bajo el suelo de piedra, toda la estancia está hueca, siendo soportada por pequeños pilares de ladrillo, lo cual permite que circule el aire caliente, que por su tendencia natural, sube y se adhiere al suelo calentándolo. Además, los muros de esta sala están recorridos por chimeneas ocultas por las que circula el aire caliente lo cual permitía que este se fuera renovando.
De este modo, una vez que el agua era calentada en la caldera, salía por el subsuelo de la sala, transmitiendola a las demás estancias. A medida que el agua se alejaba de la caldera y cambiaba el material de suelo la temperatura de la estancia variaba, generando por tanto los diferentes ambientes y contrastes de cada una de las salas (caliente, templado y frío).
Palacio de Villardompardo, Museo de Artes y Costumbres Populares y Museo de Arte Naïf
Una vez que terminamos la visita a los Baños Árabes propiamente dicho, podemos ver los antiguos restos de las termas romanas, que es donde se asientan los Baños Árabes y que forman parte del sótano del Palacio del Conde de Villardompardo.
En este palacio podemos encontrar actualmente dos espacios culturales muy interesantes, el Museo de Artes y Costumbres Populares y el Museo de Arte Naïf.
En el primero de ellos, el Museo de Artes y Costumbres Populares, nos podemos encontrar con salas de lavadero, salas de recolección y trabajo del cereal, también tenemos otros tipos de oficios o artesanía como por ejemplo el albardonero o el herrero. Es posible encontrar además una sala de representación de casa burguesa, otra de representación de tejido e incluso una de representación de cerámica. En definitiva una gran exposición de las costumbres y trabajos del Jaén antiguo.
Por otro lado, el Museo de Arte Naïf “Manuel Moral”, es un lugar muy relevante en Jaén y a nivel mundial ya que es el primer y único museo especializado en este arte en España y a día de hoy sigue siendo el que cuenta con más obras de este tipo en el mundo.
Una última parada
Los Baños Árabes son una pequeña muestra de la gran riqueza cultural con la que cuenta la provincia de Jaén. Poder disfrutar de sus preciosos rincones puede hacer de tu visita una experiencia única.
Desde aquí te invitamos a que nos acompañes a la última parada en este tour, sin duda uno de los puntos más icónicos y reconocibles de la capital del Santo Reino.
En breve tendréis todo el contenido en la web y en nuestro canal de YouTube.