Esta aventura transcurre a lo largo de la Sierra de las Villas. Es una ruta en la que no realizamos el recorrido tradicional que suele hacer la mayoría de la gente, sino que optamos por un camino alternativo más seguro y sencillo. Aun así, fue necesario internarse dentro del curso del río Aguascebas el Grande e incluso pasar por algunos tramos algo estrechos y en los que hubo que ir con precaución. Es por ello que no recomendamos realizar esta ruta con niños pequeños.
Por lo general, este trayecto se realiza desde las inmediaciones de la Cueva del Peinero, a través de un sendero bastante complicado de seguir, con un terreno bastante desigual y fuertes pendientes. A través de él se llega al Charco Azul y ya siguiendo el curso del río se continúa hasta el Puente de la Toba y el Charco Verde. Desde este último se vuelve a hacer el recorrido inverso hasta el punto de salida. Nuestra ruta tiene un planteamiento diferente y te la explicamos con todo detalle a continuación.
Desde Jaén a Mogón para estacionar el vehículo
Esta es una de las rutas a las que más ganas le teníamos. Previamente habíamos realizado dos intentos sin éxito. La primera vez fue algo excesivamente improvisado sin habernos informado bien, en la que no llegamos ni a encontrar el sendero. La segunda ocasión si la preparamos mejor pero, por diversas circunstancias, tuvimos que abortar antes de llegar al primer punto. Desde entonces teníamos una espinita clavada y este verano había llegado el momento de resarcirnos.
Nuestros amigos Cristina y Jorge (que ya habréis visto en otros videos) se apuntaron al plan y en esta ocasión fuimos acompañados por ellos además de con nuestro fiel escudero canino Lucky. Salimos por la mañana bien temprano en dirección a Mogón, intentando aprovechar la luz y sobre todo la temperatura de las primeras horas del día (que sobre todo en verano se agradece bastante). Una vez allí, nos internamos por un carril que pasa por diversas fincas y casas rurales para llegar hasta el punto donde dejamos estacionado nuestro vehículo.
Para trasladarnos hasta allí usamos un turismo y no tuvimos problema alguno en transitar por este camino. Desde Jaén hasta el punto donde dejamos estacionado el vehículo tardamos poco menos de dos horas aproximadamente y desde ahí bajamos andando en unos 15 minutos hasta el punto donde iniciamos la ruta.
Es cierto que se puede acceder en coche justo hasta el punto donde empieza la ruta. Es un camino cuesta abajo, que con calor se hace largo andando a la vuelta (unos 20/30 minutos de subida) pero, a no ser que llevemos un todoterreno o un vehículo con fuerza y agarre, no recomendamos bajar con el hasta aquí.
Ambos puntos los dejamos georeferenciados en el mapa para que no tengáis problema alguno en llegar.
Planteamiento, equipamiento e inicio de la ruta
Esta ruta no es circular y nuestra decisión fue ir hasta el final de la misma (que en este caso era el Charco Azul) y volver desde allí visitando el Puente de la Toba y el Charco Verde (desde lo más alejado a lo más cercano). Así lo hicimos y la verdad que creemos que fue una buena decisión ya que de este modo, al conocer la distancia que nos quedaba desde cada sitio hasta el final de la ruta, pudimos gestionar mejor el tiempo que dedicamos a cada una de las tres paradas.
En nuestro caso, a parte de ir con el equipo de grabación, íbamos equipados con todo lo que considerábamos necesario o recomendado para la ruta según nuestras necesidades.
- Calzado de trekking
- Escarpines para meternos en el río
- Bolsa estanca (sobre todo de cara al Puente de la Toba)
- Neoprenos básicos. Si, aun siendo verano, el agua en estas zonas está súper fría y aunque para muchos sitios no es necesario, para un lugar como el Puente de la Toba, en el que nos internamos prácticamente en una cueva donde no se hace pie y hay que nadar, lo vimos bastante oportuno. Spoiler: no nos arrepentimos de llevarlo.
- Alguna toalla ligera
- Agua y algo de comida que no deje residuo y sirva para reponer fuerzas
Nos encontrábamos en el punto de partida de la ruta, con todo preparado y listos para afrontar la aventura. Tomamos el camino que hay tras la señal de Refugio de Pesca.
Charco Azul
Si hay algo que nos llamó la atención en el inicio de la ruta, sin duda, fueron las paredes verticales y la luz del amanecer tan bonita que se reflejaba en ellas a primera hora de la mañana. Esto, acompañado del sonido del agua del río y la gran cantidad de buitres que salían a volar hacían que la ruta prometiese bastante.
A unos escasos 200 metros desde que empezamos a andar ya pudimos ver el río y el cruce que nos llevaría más tarde hasta el Charco Verde, la última de nuestras paradas del día. A este cruce lo llamaremos C1 para hacer referencia a él más adelante.
Seguimos caminando entre olivos a través de un camino de tierra y piedra. Esta primera parte de la ruta es bastante sencilla y fácil de seguir con el mapa que os proporcionamos. Como referencia, tened en cuenta que en la ida siempre tendréis que llevar el río lo más cerca posible y siempre a vuestra derecha, a excepción de cuando nos internamos en el mismo, que sí tendremos que cambiarnos alguna vez de orilla. Además, el sendero es bastante intuitivo ya que se notan las marcas de pisadas en muchos tramos.
Tras un rato andando, llegamos hasta otro cruce de caminos. El camino de la derecha será el que tomaríamos a la vuelta para llegar hasta el Puente de la Toba así que en esta ocasión continuamos por el camino de la izquierda para llegar hasta el Charco Azul. A este cruce lo llamaremos C2 para hacer referencia a él más adelante.
Un poco más adelante, y tras pasar por alguna que otra zona donde había bastante vegetación, llegamos hasta el final del camino y nos tocó ponernos los escarpines para internarnos en el río. El nivel del agua no superó nunca las rodillas por lo que no tuvimos problemas en movernos a través de él, eso sí, el agua estaba bastante fría.
Tras mojarnos un poco los pies continuamos por la parte izquierda del río donde hay un pequeño caminito. Aproximadamente, a unos 100 metros veremos que es mejor cambiarnos a la parte derecha del río, lugar por donde tendremos que seguir avanzando todo el camino hasta llegar al Charco Azul.
Una vez que pasamos algunas pozas y saltos de agua dignos del mismo Rivendell de Tolkien, el sendero se terminó y fue aquí, prácticamente al lado del Charco Azul, donde quizás estuvo la parte menos intuitiva del camino. Tuvimos que meternos de nuevo dentro del río, siempre sin perder nuestro objetivo, buscar a la derecha un sendero que nos permitiera subir una cuesta pronunciada de unos 150 metros que daba acceso a la izquierda al camino de entrada a nuestro objetivo final. La verdad es que fue algo lioso e incluso lo encontramos un poco escondido por la vegetación. Tened cuidado ya que estuvimos tentados de cambiarnos a la otra orilla del río (dejándolo a la derecha) porque allí se veía otro sendero bastante más claro. Este segundo sendero, tras una subida un tanto complicada, derivaba en unas pozas bastante altas que también daban al Charco Azul, pero desde aquí el acceso al mismo no era viable debido al desnivel entre las pozas y el río.
Tras subir el sendero de la derecha que comentamos vimos un hito formado por una pila de piedras que indicaba que la entrada estaba a la izquierda. Habíamos llegado, ahí estaba, nuestro ansiado objetivo. El maravilloso Charco Azul.
Nuestra alegría se desbordó ya que se juntó la emoción de haber llegado al sitio tras los otros dos intentos fallidos y la estampa tan espectacular que teníamos delante. Los rayos del sol estaban empezando a entrar por la zona, la poza efectivamente tenía un color negro azulado debido a su profundidad, la cascada de agua llevaba bastante caudal y formaba un salto precioso, estábamos rodeados de naturaleza y acompañados por nuestros amigos. En definitiva, solo nos faltaba nuestra niña allí acompañándonos, pero habrá que esperar a que sea un poco más grande.
Una vez allí, después de una gran cantidad de fotos y videos, tomar un tentempié, descansar un rato y, por supuesto, darnos un par de chapuzones donde pudimos constatar lo fría que estaba el agua, decidimos emprender el camino de vuelta continuando con la ruta.
Puente de la Toba
Era ya media mañana, el sol comenzaba a apretar y estábamos en plena ola de calor en Jaén. El gélido baño en el Charco Azul había ayudado bastante a mitigar la temperatura y comenzamos el camino de vuelta, el cual la verdad que se pasó volando hasta el cruce (C2) que habíamos comentado anteriormente para dirigirnos hasta el Puente de la Toba.
Ya en el cruce, tomamos el otro sendero (a la izquierda en la vuelta) y a escasos 20 metros apareció a la derecha una pequeña bajada con una especie de escalones naturales. Bajamos los escalones y encontramos una pequeña poza que atravesamos para cruzar al otro lado, donde nos topamos con otra poza poco profunda y mucho más grande. A la izquierda de la misma existía una pequeña cavidad, la entrada al Puente de la Toba.
Habíamos visto varias fotos y videos del sitio y la verdad que nos apetecía mucho visitarlo ya que nunca habíamos estado en un sitio parecido. El Puente de la Toba es una galería subterránea al que se accede a través de la cavidad que comentamos. En esta zona, la acción provocada por las corrientes del agua sobre la roca caliza hace que se desprenda el carbonato cálcico, el cual se va acumulando para formar un tipo de roca, la cual es muy porosa y fosiliza todo lo que encuentra por el camino (rocas, troncos y otros restos). Esta piedra recibe el nombre de travertino o toba calcárea, de ahí el nombre del sitio (si, seguramente os suene mucho el nombre del material con el que están construidos la mayoría de monumentos e iglesias de la antigua Roma).
Al acercarnos a la apertura de la roca vimos que habíamos hecho bien en traernos los neoprenos porque aquí el agua si estaba muy pero que muy fría, lo cual, unido a que estaba bastante oscuro dentro, hacía que no hubiese duda a la hora de usarlos. Ya ataviados con ellos nos dirigimos a nuestra aventura al mundo subterráneo mientras Jorge y Cristina se quedaban con Lucky alias “Manolillo”.
La sensación fue muy rara al entrar, oscuridad, poza profunda en la que había que nadar, agua muy fría y solo una luz que se veía al fondo. El agua bajaba con fuerza aunque nada que no se pudiese afrontar nadando un poco. En este caso, como si de una película se tratara, la dirección estaba clara, “nada hacia la luz”.
Al llegar a la zona iluminada nos encontramos con una primera cascada dentro de una cueva preciosa de piedra caliza. Superamos la cascada accediendo al nivel superior y nuestra sorpresa fue que había otra poza con otra cascada al fondo aún más bonita si cabe, con un gran torrente de agua y con un gran cañón de luz que entraba desde arriba.
Sin duda, el sitio superó con creces las expectativas que teníamos. Nunca imaginábamos que dentro de esa cavidad podía haber un lugar tan bonito y tan diferente. A la derecha de esta segunda cascada pudimos observar una especie cavidades que, teniendo mucho cuidado, permitían subir al cauce del río.
Desde aquí volvimos a salir, nos quitamos los neoprenos, y tras atravesar de nuevo las pozas y subir por los escalones naturales que habíamos bajado retomamos la marcha en dirección a nuestra última parada del día, el Charco Verde.
Charco Verde
Era ya casi medio día, algunos miembros del equipo estaban ya bastante cansados por el calor, el madrugón y por el cúmulo de emociones, pero sacamos fuerzas para llegar hasta el último punto de interés. La verdad que no llevábamos muchas expectativas para este lugar ya que el Charco Azul nos había encantado y el Puente de la Toba fue una de las experiencias del año, con lo cual el listón estaba muy alto, pero no podíamos irnos de allí sin completar la ruta.
Tras caminar un rato llegamos al primero de los cruces que habíamos visto en la mañana (C1) y cruzamos la orilla del río para emprender la ruta al Charco Verde. A lo lejos, a no más de 1 kilómetro, vimos unas montañas que conformaban un cañón. En la base del mismo estaba nuestro objetivo. Siguiendo nuestras indicaciones en el mapa no tendréis problema alguno en llegar a él, eso sí, aquí también hay que tener cuidado ya que hay algún que otro tramo bastante estrecho y con altura.
La distancia no era mucha pero la verdad es que el calor estaba haciendo bastante mella, aun así, sacamos fuerzas de flaqueza y llegamos. Sin duda el esfuerzo mereció la pena, el sitio era simplemente espectacular, sin nada que envidiar al Charco Azul. Un lugar que nos tele transportó a otro continente, quizás Filipinas, tal vez Tailandia, no, estábamos en nuestra querida Jaén. El agua cristalina tenían un color esmeralda precioso y el hecho de estar dentro de ese cañón tan alto le daba una atmósfera muy especial.
Aquí sí que no dudamos en darnos el último chapuzón del día para admirar la belleza del entorno. Con mucha pena, y hambre (era muy tarde y todavía no habíamos comido), finalizaba nuestra ruta y nos tocaba el camino de vuelta al vehículo.
Vuelta al vehículo y fin de la ruta
Llegaba el peor momento del día, afrontar la subida. Eran más de las 16:30, no habíamos comido, estábamos en plena ola de calor y teníamos una subida bastante considerable de media hora. Y lo mejor de todo, nuestro coche estaba allí esperándonos al sol para darnos una “calurosa bienvenida”.
Aunque tuvimos alguna baja por el camino… No, es broma, pero si es cierto que os recomendamos evitar andar a estas horas en verano ya que algún que otro miembro del equipo lo pasó mal en la subida. Ya en el coche, con el aire a tope, emprendimos la vuelta a casa con la sensación de haber tenido la experiencia del verano y con ganas de darnos un homenaje a la hora de la cena.
Consideraciones finales
Es una ruta de agua, muy enfocada para hacerla en verano, ya que hay que internarse en el río en varias ocasiones. No tenemos constancia de ello, pero es muy probable que en época de lluvias el Puente de la Toba probablemente quede prácticamente inaccesible por la subida del cauce del río. Además, pensad que si el agua está fría en verano, en otra época del año… Aun así, si hacéis esta ruta en verano, intentad terminar temprano o descansad a la sombra hasta que cese un poco el calor de la tarde ya que desde el inicio hasta que nos adentramos en el río no hay muchos sitios donde esconderse del sol.
Llevad calzado apropiado para andar y apto para el agua, los vais a necesitar. Si tenéis neopreno lo recomendamos con creces, sobre todo para la zona del Puente de la Toba.
No recomendamos hacer esta ruta con niños pequeños ya que hay zonas en las que hay que tener bastante cuidado. Además será necesario entrar dentro del curso del río. Otro punto delicado por ejemplo es el acceso al Puente de la Toba donde la luz es escasa, hay corriente y es necesario nadar.
Hay algún tramo, sobre todo la parte del río que es un tanto confuso, leed bien el post y llevad el mapa previamente descargado ya que en el lugar hay muy poca cobertura.
Como siempre, dejad el entorno igual o mejor que lo habéis encontrado, con respeto sumamos todos.