En esta ocasión nos trasladamos a la Sierra Sur de Jaén, cerca del embalse del Quiebrajano, a unos 45 minutos en vehículo desde la capital.
La ruta que proponemos podemos valorarla con una dificultad media alta ya que recorre algunas zonas agrestes y escarpadas por lo que es fundamental llevar un calzado adecuado para la misma. Además, el sendero a veces se pierde, por lo que es importante que preparéis bien la ruta con nuestras indicaciones.
Debido a las altas temperaturas que tenemos en Jaén no recomendamos realizar este itinerario en época estival.
Por la belleza y trabajo que ha llevado la construcción de la cueva rogamos que tratéis el entorno con respeto, siempre dejando todo en buen estado o incluso mejor que lo hemos encontrado.
Como llegar
Una vez llegados a la presa del Quiebrajano continuamos dirección hacia “El Parrizoso” (una cortijada de casas bajas y pequeñas típicas de las sierras de Jaén). Antes de llegar a esta cortijada nos encontramos con una bifurcación de tres caminos en la cual escogimos el primero de ellos que sale a la derecha y que fue el punto de partida de nuestra ruta.
Para dejarlo totalmente claro os dejamos geolocalizado el camino.
Inicio de la ruta
Una vez que tomamos el sendero, el inicio de la ruta fue bastante sencillo, sin mucho desnivel y con un camino bastante amplio. Nos encontramos con bastantes ciclistas que estaban disfrutando de un día de naturaleza.
Tras un rato andando por el camino llegamos a un cruce en el que existía un camino a la izquierda delimitado por una cadena para impedir el paso de vehículos y una señalización (en sentido inverso al que veníamos) indicando la dirección hacia el monumento natural del “Quejigo del Amo o del Carbón”. Continuamos por el camino que quedaba a la izquierda (el de la cadena).
Unos metros más adelante vimos un cartel que avisaba de la presencia de abejas. Estas se encontraban un poco más arriba del camino, en la parte izquierda. De hecho, si se ponía un poco de atención se podía escuchar el zumbido ya que había bastantes panales, pero tranquilos, con precaución y manteniendo la distancia no supuso problema alguno.
Comienza el ascenso
A medida que íbamos internándonos en la sierra el paisaje cada vez era más bonito y salvaje pero el camino se iba complicando. De vez en cuando aparecía alguna cuesta leve que solventamos de manera sencilla. En ocasiones encontrábamos árboles caídos que cortaban el sendero, pero saliéndose un poco de la senda podían esquivarse y volver a retomarla sin problemas.
Llegó un momento que la senda empezó a desdibujarse y la pendiente comenzó a aumentar. En este punto tuvimos que empezar a guiarnos por la intuición para poder seguir avanzando campo a través, afrontando pendientes bastante explosivas.
Durante el ascenso, saliéndonos un poco de la senda, encontramos algunas vistas impresionantes del embalse y todo el entorno.
Coronando una de las subidas encontramos un montículo de piedras apiladas. En ese punto el camino prácticamente desapareció y solo vimos una serie de árboles, algunos de ellos caídos. Tuvimos que pasar justo entre los árboles y el sendero volvió a aparecer.
En este punto el camino volvió a ser más suave, eso sí, mucho más estrecho, llegando a un punto en el que la única manera de seguir avanzando era descender por una pendiente bastante pronunciada y resbaladiza. Inicialmente lo vimos tan complicado que no sabíamos si realmente nos habíamos perdido. Finalmente nos armamos de valor y bajamos. En la práctica no fue muy complicado, aunque unos bastones nos hubiesen venido genial. Solventado este obstáculo avanzamos un poco y el camino volvió a entreverse un poco empezando de nuevo a ascender.
A partir de aquí es muy sencillo seguir el sendero aunque el ascenso es bastante pronunciado. Terminando uno de los ascensos, antes de girar a la izquierda para tomar una de las últimas pendientes, encontramos un paso entre dos grandes rocas bastante llamativo.
Tras afrontar la última subida por fin llegamos a la Cueva del Yedrón.
Cueva del Yedrón
La cueva es simplemente maravillosa. Parece ser que el autor es uno de los descendientes de Luis Berges, un famoso arquitecto de nuestra provincia.
Se trata de un pequeño abrigo rocoso (cueva natural poco profunda) convertido en refugio situado a 1150 metros. En él han sido sellados todos los resquicios y aperturas, se le ha colocado una puerta propia de “Hobbiton” y a su interior no le falta detalle.
El exterior es fascinante, donde podemos encontrar desde inscripciones de símbolos tallados en piedra de diferentes culturas tales como la celta, maya, sánscrito hindú... hasta barandas, escaleras esculpidas en la piedra, depósitos que recogen el agua de las rocas de una forma muy ingeniosa, miradores con vistas espectaculares y un reloj solar.
La cueva es un refugio en la ruta pero podemos continuar subiendo hasta llegar a diferentes puertos de montaña y miradores. Incluso podemos hacer una ruta circular.
En nuestro caso, al ir con la niña y nuestro fiel amigo “Lucky”, estar ya pasado el mediodía y ver que la ruta se volvía más intensa a medida que avanzábamos, decidimos volver realizando una ruta de ida y vuelta.
Consideraciones finales
La vuelta la realizamos en bastante menos tiempo que la ida ya que lo que más nos costó fue llegar hasta la cueva debido a que el camino se solía perder con facilidad. También influyó bastante el hecho de que todo lo que antes era subida ahora era bajada.
Al documentarnos un poco a la hora de preparar la ruta leímos que se hablaba de una encina o quejigo muerto que es bien visible desde lejos y que tiene una cruz de madera en su tronco. Este árbol parece ser que se utiliza como referencia en la subida para retomar el camino. Sinceramente, nosotros no vimos este árbol (lo cual no quiere decir que no esté), por lo que no os lo podemos recomendar como tal.
La publicación de la ubicación de este sitio siempre suele generar algo de controversia. Hemos decidido subir esta ruta porque creemos que cualquier persona tiene derecho a acceder al conocimiento, a conocer su tierra y nosotros a nuestro derecho de libertad de expresión, decidiendo que podemos publicar o que no. Precisamente la gente que se nos ha echado encima por publicar algo de este precioso lugar es aquella misma que ya sabe dónde está, lo cual, a nuestro parecer, es algo egoísta ya que es un bien común y no deja de tratarse de un refugio que nos puede sacar de un aprieto en la montaña.
Por respeto a las “peticiones del creador” (las cuales nosotros no vimos reflejadas en ningún cartel pero varias personas nos lo ha hecho saber que parece ser que existe), hemos decidido no poner fotos del interior de la cueva, lo que hará que vosotros mismos os sorprendáis al ver el interior de esta maravilla.
Por favor, disfrutad y sobre todo cuidad de la cueva y el entorno, es un bien de todos y como tal no merece menos.